No sé qué tan real pueda ser, pero en mi percepción desde el
mundo del porno se han alimentado un buen número de fantasías
sexuales, que a veces me pregunto qué tan reales pudieran llegar a ser en la vida
cotidiana: la chica solitaria caliente de tetas gigantes que espera una pizza,
tocan la puerta, es el repartidor que con un mostacho poco halagador está listo
para entregar su doble porción de salchichón. BAM. Si claro, claro, esa y otras
cuantas, pero para este caso me remitiré a una en específico: el técnico. Llega
a arreglar las tuberías justo cuando estas con tu bata rosada corta, en un día
especialmente veraniego que incita a perder el recato y decirle: Aquí tengo
otra plomería que necesita atención. BAM.
No cuestionaré que
tan común sea esta fantasía entre las mujeres, no lo sé, y hasta hace poco me
había parecido una fantasía con unas bases muy poco certeras en la realidad, durante
los años que he recibido técnicos en mi casa jamás me he topado con alguno que
pudiera, remotamente, despertarme alguna fantasía erótica, casi siempre se
trata de hombres muy mayores, con los que ni aunque tuviera complejo de Electra
me interesaría intimar, y si se trata de jóvenes, muy pocos de ellos han
resultado interesantes a mi ojo.
Últimamente, y desafortunadamente, he tenido que recibir un
buen número de visitas de técnicos gracias a contar con un sistema
desactualizado de Internet, la banda ancha, adquirido tan pronto el molesto
servicio de Internet conectado al teléfono quedo en desuso-por fortuna- pero
desde entonces no habíamos actualizado el servicio, y con un modem casi tan
viejo como la perrita de la casa, era de esperarse que comenzara a presentar
fallas, llevándome al punto actual, en
el que llamar a la empresa que presta el servicio y pedir por el técnico era
cuestión de cada 4 meses.
En estas periódicas visitas, siempre han sido técnicos regulares,
como los ya mencionados y a quienes, para detrimento de su sexappeal, hay que
agregar que son bastante inoportunos: llegan después de las horas pactadas o a
veces simplemente no llegan, se demoran demasiado en arreglar el problema, para
que este vuelva en cuestión de meses obligándome a llamar de nuevo y repetir el
ciclo…definitivamente mata pasiones.
En esta última oportunidad, y en contra de mi voluntad,
volví a llamar, bajo la presión de la inestabilidad insoportable del internet
que cada 5 minutos fallaba; a sabiendas de que seguramente tendría que soportar
otra tediosa visita del técnico, llamé un viernes y desde la empresa me
aseguraron que debían comunicarse conmigo en un plazo máximo de 3 días, no lo
espere con mucho ánimo, y tenía cierta esperanza de que el modem por si solo se
arreglara para no tener que recibir la visita, pero no.
Llamó un sábado el técnico en cuestión, diciéndome que ese
mismo día tenía que realizar la visita, “¿no es posible el martes?” le pregunte
y me dijo que no, que era ese mismo día en la tarde, no tuve otra opción y le
dije que sí, posponiendo entonces los planes de tarde que tenía, contando además
con que ya eran las 4 pm, así que debía llegar en cuestión de 2 horas, según mi
lógica, y… ¡oh sorpresa! no se presentó, ni llamó.
Eran ya las 10 am un Domingo por la mañana y yo seguía
dormida-porque fuera de ser dormilona, tuve que aguantar la fiesta ajena y me permití
dormir hasta más tarde- los ladridos de
la perrita me levantaron- y no de muy buen humor- porque alguien tocaba la
puerta, me asomé en mi pijama improvisada de top y chores y me di cuenta que
era el técnico, que seguramente ya había tocado varias veces y estaba a punto
de irse, me vestí lo más rápido que pude y salí, logré gritarle antes de que
prendiera su moto para irse, la perrita se salió del apartamento para ladrarle
mientras se bajaba de la moto y tuve que bajar por ella.
Mientras subía con la perrita en los brazos y el técnico
tras de mí, lo miré sin ocultar mi molestia, queriéndole reclamar que no
apareciera el sábado y que ni siquiera llamara antes de decidir presentarse esa
mañana, y justo cuando llegamos y estaba decidida a hacerle entender mi indignación
ante situación se quitó el casco y por primera vez vi a un técnico merecedor de
una fantasía. Me quede en blanco y sólo fui capaz de decirle, tranquilo, que
ella ladra, pero no muerde, no le haga caso.
Si… si, no es justo pasarle una impertinencia a alguien sólo
porque es lindo, pero este hombre era más que lindo, era sexy y encantador y
aparte tenía un aroma que se sentía cada vez que pasaba, y no sólo yo lo noté,
la perrita, que lo había recibido a ladrido herido, no hacía sino seguirlo por
todo el apartamento y aprovechar cualquier pequeño instante para olisquearlo y cuando él salía se
paraba en la puerta llorando pasito, como lloran los perros, hasta que volviera
a entrar.
Durante toda la visita me pregunté que podía hacer, que
podía decirle, como coquetearle, de manera que pudiera ser la “visita caliente”
tan popular en el porno, o bueno, realmente no con esa intención –aún-pero por
lo menos programar alguna otra visita en un futuro… y ¿qué podía hacer? NADA. Qué podía hacer una mujer tímida como yo
contando con la mala suerte de haber recibido a este hombre, no sólo de muy
mala gana en principio, sino en el estado más desastroso posible: la casa con
el desorden acumulado de la semana, el halagador rostro que queda después de
una mala noche, una sudadera y saco que fue lo que logré ponerme en el apuro,
siendo una buena elección para el técnico indeseado de costumbre, no era, ni de
lejos, lo mejor que tenía en mi closet.
Me pasé una hora a punta de tímida amabilidad, que bien pudo
parecer desinterés, y sólo pudiendo conversar con él sobre lo mucho que lo
perseguía la perrita, sin querer confesarle que estuve a punto de hacer lo
mismo para poder olisquearlo un rato… pero no lo hice, él se fue, sin siquiera
arreglar del todo el problema- como para variar- ya que un falla en la red impedía
que hiciera las verificaciones para poner a funcionar del todo el modem.
Se despidió con la promesa de volver y llamar antes de
hacerlo… cosa que no hizo y tuve que llamar yo y esperar que un técnico al
teléfono hiciera la verificación que había quedado faltando, así fue como acabó
la vista- que bien habría funcionado como libreto para una producción porno de
tercera- conmigo y la perra sentadas en la puerta llorando al técnico sexy que
nos había alborotado las hormonas.